Se ha ido la mujer de mi vida…

Un golpe seco se escucha a lo lejos.
Ha caído ella, la que una vez fue fuerte y enérgica. La que siempre activa caminaba bajo los rayos del sol.

Ella, la que con tanto pudor levantó su familia, su casa, sus hijos. La que caminaba por las calles de la ciudad, y ayudaba al amigo cuyo nombre ni sabia, sin importar color, raza ni clase.

Ya no existe la mujer que con solo una sonrisa alegraba el corazón del desdichado.
Se ha ido, y lo último que se supo de ella fue, que tropezó con sus pies, y cayó en el pavimento seco, donde en tan solo un instante se torno mojado y enrojecido con su sangre.

Ha muerto ella, la amiga de todos. La que cantaba melodías de amor en noches de oscuridad y miedo, la que sabía inventar cuentos para que durmiera el niño, la que vestía sin complejos, y no le importaba la forma de su cuerpo. La que con su pelo desarreglado y cara lavada, irradiaba ternura. Y con tan solo un beso suave, acariciaba el corazón de sus más allegados.

Todos se preguntan, ¿Quiénes son culpable de su tragedia?
La pena, el cansancio, la tristeza, pues se sentia vieja, sola y abandonada, por lo que se apoderaron de ella una mañana de abril. Su rostro palidecido, arrugado, lleno de dolor. Derrotada por los develos de antaño pero feliz porque deja bien a los que ayer fueron un pedacito de sus entrañas y a los que llegaron a su vida un dia cualquiera.
Su nombre no lo recuerdo, pues yo siempre le dije: MAMÁ!
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