Solo un trayecto.


Ilusiones que llegan a la imaginación y se internan en la habitación de los recuerdos.
Cada día que pasa ocurren situaciones y momentos que difieren a los días anteriores y días que faltan por pasar.

Encerrada en un mundo donde los trayectos son cambiantes, los caminos a veces se tornan cortos o largo, estrechos o anchos, oscuros o claros.

Vivir cada instante y ponerle ese toque personal es lo importante.

Sonreír aliviana el dolor, llorar limpia el alma, respirar es señal de supervivencia en esta batalla por la vida, donde los sentimientos, emociones, triunfos y fracasos hacen un concurso sin ganar ni perder.

Caminar por espinas, fuego o clavos no es fácil y muchas veces el ser humano inconcientemente lo hace, por la haraganería que le impide agacharse y limpiar ese camino. Preferible es para muchos, escoger el dolor antes que quitar las molestias que aparecen en su paso.

Si caminamos atados a errores por no buscar solución, al final del camino en vez de un bosque, encontraremos un pantano.

Para vivir no se necesita tener lo material, eso importa porque hay que saciar el yo y subsistir con eso, pero no es lo que da satisfacción y felicidad completa, es tu forma de andar en la vida y la manera como la veamos.

Al mundo se llega vacío, y vestidos de Adán o Eva, y cuando nos toca despedirnos de el solo nos llevamos el recuerdo de lo vivido, ropa para cubrirnos de la gente, pero el alma vuelve a desnudarse y a buscar un lugar donde reposar.

No sabemos si el cielo o el infierno, o un limbo existan.
O a lo mejor a esperar un cuerpo donde reencarnar y volver al trajín de la vida.
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